jueves, 4 de marzo de 2021

El arte y el artista

Se ha dicho que el artista se agita, se conmueve, ante experiencias que a otros pueden no llamarles la atención o pasar desapercibidas (Gómez, 1996), en lo personal percibo al artista como un ser que se abre al mundo para aportar la riqueza que se forma en la quimera de su interior, a partir de sus experiencias, de las interpretaciones personales que da a cada una de ellas, de la mano de las emociones que la fusión de ambas desencadena de una manera peculiar en él.

Es por ello que la obra, desde mi perspectiva, es un medio de expresión. Pero más allá de expresar notas informativas, ideas o ideologías, se convierte en una prolongación del núcleo más humano de la persona, así como la persona cuenta con sus propias formas de expresión ante el mundo, utilizando su organismo psicofísico para relacionarse y aportar, el artista va más allá de sí mismo y se vale de medios externos para que su unicidad interior quede plasmada ante los ojos y las percepciones de otros, para revelar cada una de esas características que lleva dentro.

A diferencia de varias interpretaciones que se han dado, por ejemplo de la obra de Picasso (Salieri, 2015), interpretaciones del arte folclórico como arma política en Venecia, en España, en México (Fernandes) y otros países de Latinoamérica, que a mi parecer, roban lo sublime del arte y del artista, pues desde el momento en que se vuelve utilitario, seguido porque la ideología y la política son constructos sociales que no son propiedad de nadie y a la vez son propiedad de todos: repetir una ideología a diferencia de formarse una idea, depende de la masificación de las ideas que le forman, pero también limita en el análisis personal que se le pueda hacer al conocerla, deconstruirla e incluso permitirle que evolucione y se adapte sin la consecuencia intrínseca de dejar de ser la ideología que se identificaba... Muy contrario todo ello a la propiedad individual de los criterios, de la formación de ideas y constructos propios, que se adaptan, se flexibilizan en una respuesta al mundo y al entorno personal que les da vida.

En el contexto actual mencionado, me pregunto si esta percepción del arte como un medio y no como un fin en sí mismo, no le convierte en artesanía. Recordemos que la artesanía se hace en serie, es utilitaria, con fines de lucro, que si bien es única aunque se haya producido en masa, no necesariamente comunica al espectador o al comprador ese mundo interno de su creador.  Es por ello que a pesar de la dedicación e incluso peculiaridad, que cada artesano infrinja en su producto, no podemos llamarle arte.

Y es que el arte tiene la capacidad de expresar los sentimientos del artista, pero no se limita a ello, también despierta en el observador emociones, que en confluencia con sus propios esquemas cognitivos y emocionales internos desencadenan sentimientos que ya no le pertenecen al artista, pero se podrían interpretar como consecuencia de la conversación sutil que la obra de arte abre entre sujeto y objeto.

Esta comunicación tiene la versatilidad de que puede llegar a ser o no, funcional... En contraparte de otro tipo de relaciones interpersonales donde la congruencia de las ideas o las formas de expresión de las mismas, con el amplio espectro de asertividad que pueden tener o no, permite o limita la interacción e incluso la receptividad con la que esas ideas lleguen a los involucrados. En el arte se expresa de una forma más honesta esa vulnerabilidad de las emociones más profundas de su creador, aunque no sean de una forma pura, sino enquistadas en sus interpretaciones, vivencias y percepciones de sí mismo, del mundo y de los demás. Entonces, el camino de la expresión artística llega también a ese interior vulnerable, sensible y rico de quien le percibe, donde quizá sea por la sutileza con la que ingresa a esas profundidades, que no encuentra barreras o defensas tan evidentes como lo hacen las ideas, las consignas o algunas expresiones corporales que despiertan reacciones de protección en el receptor.

Entonces regresa a mi mente esa forma utilitaria en que se percibe el arte y me pregunto: ¿Le convertiría entonces en una intrusión abusiva de ideas preconcebidas en el espectador ? A lo que respondo con toda la sensibilidad del caso, que no. Desde todo este contexto como lo percibo, aunque es cierto que el contexto histórico y cultural siempre se ha representado en las obras de casi todos los artistas a lo largo de la historia de la humanidad y que las influencias externas de las principales corrientes de pensamiento se plasman en muchas de las obras a pedido o no de los mecenas de turno o del mercado en el que se negociarán, ello es solamente de lo que este contexto, esas corrientes de pensamiento o la política de la época haya calado en el esquema interno del artista, que se exprese y que se lea como tal. Aunque puede ser ese el fin con el que se elabore una pieza, no es el fin lo que le roba su característica de arte, sino la comunicación intrínseca entre artista y observador.

Ahora, desde esta perspectiva personal, lo que hace esa interpretación del arte como medio de propaganda, manipulación de masas o adoctrinamiento, no es robarle significado al arte, sino percibir como arte medios de comunicación que no lo son.

Creo que en este aspecto, esa idea se vale de la ignorancia del espectador, para convencerle que esta ante obras de arte que en realidad no lo son y que como tales no van a permitir ese intercambio interno de dos realidades que se comunican sutilmente y a distancia, sino que será una fuente de información más. Es cierto que como fuente de información puede ser cuestionada, calificada y puesta en contexto, pero desgraciadamente mantiene a quienes tienen acceso a ella en un nivel de sensibilidad e interrelación inferior a la trascendencia del arte.

Las sociedades necesitan del arte para permitir a las personas que las conforman tener acceso a otros medios que les sirvan cómo herramientas para entrar en contacto con este núcleo profundo y trascendente de la persona, que va más allá de la funcionalidad y la reactividad propia de nuestro desarrollo evolutivo, que además permite a cada uno de estos seres humanos en ella, un conocimiento de todos los recursos propios que esperan en lo recóndito de su propio ser, a  descubrirse, utilizarse y potencializarse en ese camino de alcanzar la mejor versión de cada uno de ellos y como consecuencia de los entornos en los que se desempeñan y a los que influyen.

El arte no lo determina solamente el artista, sus financistas, sus compradores o el público... Pienso que si necesitamos nombrar algo que califique como tal al arte, podemos encontrar en los sentimientos y en las emociones que interactúan ante la presencia de una obra de arte, los mejores lineamientos para catalogarle y promocionarle cómo tal.  Es en este contexto que la sensibilidad de los medios para exponer y dar a conocer la obra de un artista tienen también gran importancia, así como la trayectoria del entorno en el que se desarrolla el autor y los efectos que en ese contexto pueda desencadenar la obra de arte. Seamos pues, espectadores sensibles y vulnerables, busquemos el arte que nos toque y nos comunique, pero más allá de eso, que nos lleve en el camino de conocernos a nosotros mismos, desde la distancia de la percepción de la obra del otro, trascendiéndonos...