Molly Moon llego a nuestras vidas en una forma extraña...Alejandro la pidió de regalo de cumpleaños aunque la que se enamoró de ella a primera vista fui yo... Es la versión negra de mi adoradisima Petit... Cada vez que la veo, no puedo evitar recordar los momentos maravillosos que pase con la Petit, las mismas travesuras, los mismos arrebatos de energía, las carreras tipo conejo y ese deseo de estar cada segundo a la par de uno, su mirada y su picardía... Y la curiosidad insasiable que me fascina, me ilusiona y me dan tantas ganas de enseñarle algo nuevo.
Creo que no soy muy buena entrenadora, no he logrado que aprenda mucho: solo a esconderse cuando hace algo que no debe y a esconder sus travesuras, dicen que la consiento mucho, creo que ese ha sido el problema en mi vida, no se demostrar amor sin consentir, pero no es así de sencillo... Pues eso no quiere decir que sus travesuras no me importen, igual me enojo, la regaño, pero creo que ella sabe que esa carita preciosa y esa mirada de ternura encanta a cualquiera y sino, mueve la cola, aunque se le mueva toda la parte de atrás de su cuerpecito peludo y alborotado...
Mi negra colocha tiene suerte que no discriminamos en casa, pues tiene los colochos que todos alguna vez deseamos y la negrura que pierde sus ojos, sus expresiones y a veces hasta a ella misma, en una noche oscura en el jardín...
Su pecho de hermano lasallista (su pechera blanca sobre el fondo negro) me recuerda mi adolescencia llena de aventuras, con la nobleza de los hermanos de la salle que lo guiaban a uno con mucho cariño y esmero, pero la chispa en sus ojos de tener toda la confianza puesta en uno... Fue ese pecho blanco el que nos inspiró su nombre: el duelo por la night había sido lo que nos había detenido de tener otro perro, al ofrecernos un perro negro, nuestro corazón brincó por el recuerdo y pasó por nuestra mente el ponerle el nombre de su predecesora... Claro que no era posible, luego vimos su pecho blanco sobre ese fondo negro alborotado y las estrellas en las puntas de sus patas... Moon, su luna en el pecho: Molly Moon como la niña traviesa de los libros, nos tenía a todos hipnotizados, le dijimos Molly y como que le gustó el nombre pues vino con nosotras llena de energía...
Gracias Molly por los dolores de cabeza, gracias por tu compañía, gracias por dormir la siesta conmigo y darme trabajo día a día...