Siempre me ha parecido tierno ver a un ancianito actuar como niño y aunque se que no todos aceptan su ancianidad y hay algunos que se enojan, pelean y refunfuñan; muchos reflejan en su rostro la paz de haber alcanzado esos días en los que aunque se quiera ya no se puede correr como locos y eso le permite a uno admirar la vida desde fuera, les permite vivir a su ritmo y tener la excusa perfecta para no quedar atrapados en las carreras de la vida...
Pero no todos tienen ese privilegio, aunque la imagen mental que tengo de ellos es esa, sin embargo, puede uno darse cuenta lo difícil que les es el día a día: cosas que antes eran tan sencillas como agacharse, alcanzar algo, no digamos movilizarse, se van volviendo poco a poco grandes retos, para muchos es frustrante, para otros forma una paciencia envidiable y hay quienes no les importa realmente... A veces mi mente vuela pensando cómo iremos a ser cuando lleguemos a esa edad...
Yo sólo espero haber dominado el arte de la paciencia, pues así como soy ahora veo un horizonte difícil y frustrante...
Poco a poco la gente con la que crecimos, la que imitamos o admiramos, la que nos guió por muchos años, los que nos cuidaron y nos consintieron, poco a poco y a veces sin darnos cuenta, se van uniendo a las filas de la tercera edad y nosotros para mientras tenemos que reemplazarlos en sus papeles, tenemos que aprender a comprenderlos y va llegando la hora de devolver la paciencia que nos tuveron, los cuidados que nos dieron y el amor que recibimos de ellos... Así como llorabamos cuando eramos niños, ellos llaman a hora inoportunas... como interrumpíamos las conversaciones de adultos, ellos dicen cosas sin pensar, a veces nos parecen hirientes, otras nos parecen chochadas y en otras, es obvio que ellos mismos se dieron cuenta que estaba fuera de lugar.
Así, sin darnos cuenta, nos van cediendo el puesto en la vida, recordamos cuando ellos cuidaban o se quejaban de sus viejitos y ahora nos descubrimos a veces sin tenerles paciencia, sin entender porque no hacen tal o cual cosa o porque la hacen... Pero ahora se toman su tiempo, el que ellos no tenían cuando eramos pequeños y el que nosotros no tenemos ahora para escuchar todas esas historias... pero vale la pena parar un poco el trajín diario y deleitarse oyendo sus cuentos, mitad recuerdos mitad fantasía y que ya no entienden la diferencia... Parecen niños, pero sin la esperanza de aprender y una vida por delante, son indefensos pero sabios y algunos viven tan tristes...
Tal vez por la oportunidad que tuve de compartir con maravillosos viejitos, tal vez por la ternura que me despierta el verlos tan necesitados, en algunos casos estoy segura que no es más que amor, pero su imagen me irradia una paz, una tranquilidad, que hay veces que pienso que estoy desaprovechando todo lo que tienen para darnos...
He concluido una cosa, con amor podemos cuidarlos y atenderlos sin que nos cueste, pero es la transición la que a todos se nos hace dificil y no es por ellos, sino por nosotros, se nos hace dificil aceptar que quien antes nos cuidaba necesita que lo cuiden, se nos hace dificl aceptar que antes al expresar su amor lo tomabamos como bien merecido, pero nunca nos dimos cuenta cuando era nuestro turno, ahora por sus penas, por el ritmo de vida tan diferente que llevan, sus costumbres distintas o por sus dificultades les cuesta demostrárnoslo facilmente y no nos es fácil dejar de esperar percibirlo(aunque si antes lo tuvimos ahora seguro lo tenemos) y empezar a darlo...
Hay quienes dicen que uno cosecha en esas edades lo que sembró, pero esa frase es para ellos, no es excusa para nosotros, pues aunque hay quienes no se hayan sentido amados, sólo basta recordar que estamos siendo ejemplo, modelos a seguir, estamos sembrando y además el amor que damos nos va a hacer grandes por dentro para que cuando lleguemos a esos años nos sintamos en paz, no tengamos que reprocharnos las cosas pendientes que ya no podemos lograr...
Hoy tengo en el corazón a varios viejitos, algunos más que otros, pero ahora solo falta recordarnos dia a dia que son ellos quienes necesitan de nosotros...